Dinastia de M 4 tomos - panini
Dinastia de M 4 tomos - panini
DinastÃa de M
DinastÃa de M, un momento clave en la historia marvelita en el que descubrimos cómo serÃa un mundo gobernado por Magneto.
Leer DinastÃa de M en el momento de su publicación fue como degustar un caramelo envenenado, pero volver a sus páginas hoy, casi trece años después, supone una experiencia muy distinta. Sus puntos fuertes siguen siendo igual de robustos y sus flaquezas siguen siendo igual de visibles, pero las decisiones editoriales que impulsaron esta historia son más comprensibles puestas en el contexto que nos ha dado el paso del tiempo. Más allá del espectacular arte de Olivier Coipel se percibe la tosquedad de los guiones de Brian Michael Bendis, aún en los inicios de su larga andadura como escriba de los Vengadores: sus frecuentes diálogos vacÃos e irrelevantes, su necesidad de explicar eventos que no requieren una explicación detallada y su tendencia a omitir las aclaraciones de los que sà la requieren, la irregular repartición del peso narrativo de los distintos personajes, su escaso conocimiento sobre la cronologÃa tanto de los Vengadores como de la Patrulla X, etc., pero también hay cierto sentido de la maravilla, cierta pasión por los personajes y ciertas ganas de ofrecer algo distinto que no fuese el tÃpico enfrentamiento entre héroes y villanos para decidir el destino del mundo.
En su momento, el hecho de que DinastÃa de M marcase el final del largo periodo de hegemonÃa mutante, alejando a los Hombres X del eje central de los acontecimientos del Universo Marvel y colocando en su lugar a los Vengadores, fue un duro golpe. Ese movimiento, que se acabó mostrando acertado y cosechó grandes éxitos con el paso de los años, disgustó a una parte importante de los lectores de entonces (en especial a aquellos que habÃan sido crÃticos con Vengadores Desunidos, la carta de presentación de Bendis en la colección de los Héroes más Poderosos de la Tierra), pero hoy, en un momento en el que los Vengadores protagonizan una multimillonaria franquicia cinematográfica con unos niveles de aceptación inusitados, parece lo más normal del mundo.
Aquella fue la época en la que Joe Quesada quiso “devolver el genio a su lámpara†y llevar a la franquicia mutante de nuevo a sus orÃgenes, reduciendo de forma drástica a la población del homo superior con tres palabras que ya forman parte de la historia marvelita. Y aunque de aquel movimiento pudiesen surgir buenas historias, lo harÃan a costa de la eliminación sistemática de todas las osadas e hiperbólicas ideas que Grant Morrison habÃa presentado en sus New X-Men. En cierto modo, DinastÃa de M fue la última palada de tierra sobre la tumba de la visión de los mutantes del guionista escocés y por eso su dulzura albergaba un poso amargo y venenoso. Puede que este evento fuese un agradecido paso adelante para los Vengadores, pero también fue un gigantesco paso atrás para la Patrulla X. Sin embargo, ambos grupos han cambiado tanto desde entonces que ya poco importa aquel viejo rencor.
Debemos entender que la Marvel de 2005 estaba en pleno proceso de cambio. La editorial aún se estaba recuperando del mayor descalabro económico de su historia y apenas existÃa interrelación alguna entre sus colecciones, siendo la mayorÃa de ellas compartimentos estancos salvo por algún crossover menor ocasional. El modelo que tan bien habÃa funcionado en la lÃnea Marvel Knights se habÃa exportado al resto de series, que quedaron de esta forma en manos de autores de sobrada competencia y con una personalidad bien definida. No obstante, se habÃa perdido la naturalidad con la que los personajes de distintas lÃneas interactuaban entre ellos, lo cual siempre habÃa sido una de las señas de identidad de la Casa de las Ideas. Para paliar esta situación se decidió crear un evento que reuniese a los dos grupos más importantes del momento: los Asombrosos X-Men de Joss Whedon y los Nuevos Vengadores de Brian Michael Bendis, que se habÃan presentado poco antes y habÃan sido muy bien recibidos por los lectores. Ese evento serÃa DinastÃa de M y marcarÃa el rumbo a seguir durante los años siguientes, en los que eventos posteriores como Civil War, Invasión Secreta o Asedio siguieron su mismo modelo: una miniserie central autocontenida y una serie de tie-ins repartidos entre las diversas colecciones según estuviesen más o menos implicadas en los sucesos narrados.
Bendis se encargó de los guiones y, si bien su trabajo podrÃa haber estado más pulido, no se puede discutir que construyó una historia atractiva, fácil de seguir y accesible para los nuevos lectores. Es más, supo integrarla dentro de su etapa en la colección de los Vengadores, haciendo que fuese una continuación natural de la conclusión que habÃa mostrado algún tiempo atrás en Vengadores Desunidos (en la que Magneto tomaba bajo custodia a su hija, la Bruja Escarlata, después de que una crisis nerviosa le hiciese perder el control sobre sus poderes y provocase la muerte de varios de sus compañeros, entre ellos la Visión y Ojo de Halcón). Se pueden criticar varios aspectos de la propuesta del guionista, como la torpeza al manejar a ciertos personajes (como Coloso o Ms. Marvel, que pasan de puntillas por la historia principal sin haber tenido prácticamente ninguna relevancia en su desarrollo o conclusión) o la presencia de alguna incoherencia que otra (en especial en la actitud de Ojo de Halcón, de nuevo entre los vivos gracias a los poderes alteradores de la realidad de la Bruja Escarlata). No obstante, el resultado final es más que satisfactorio, destacando sobre todo su cuidado sentido del ritmo: los cinco primeros capÃtulos de DinastÃa de M son un continuo crescendo que estalla en la gran batalla de los números seis y siete, quedando el octavo y último número para apuntar las consecuencias del conflicto y explorar el escenario resultante.
Por su parte, el apartado gráfico quedó en manos de Olivier Coipel, un dibujante que en ese momento se habÃa prodigado poco en Marvel y era más conocido por su trabajo en la Legión de Superhéroes de DC. Para muchos lectores marvelitas, DinastÃa de M supuso el primer contacto con los lápices de Coipel, quien el mismo año de publicación del evento pasó a formar parte de los “Young Guns†de la editorial. El artista combinaba con destreza recursos tÃpicos del cómic americano con rasgos estilÃsticos más propios de la BD, lo cual se ponÃa en evidencia en los rasgos caricaturescos de los personajes secundarios que poblaban sus páginas. También se trataba de un autor detallista que prestaba mucha atención a los fondos y que parecÃa cómodo cuando le tocaba elaborar complejas ilustraciones a doble página. De hecho, DinastÃa de M contaba con varias splash pages espectaculares y memorables. Sin embargo, quizá lo más recordado del evento serÃa su forma de plasmar a la Familia Real de Magneto con sus mejores galas, claramente inspiradas en los atuendos ceremoniales de las monarquÃas europeas.
El equipo artÃstico se completaba con las tintas de Tim Townsend y los colores de Frank D’Amata, que complementaban estupendamente el arte de Coipel, asà como con las portadas del siempre maravilloso Esad Ribic. Hay poco que cuestionar en el apartado gráfico de la serie, al que le sobra solidez y empaque.
El argumento arrancaba con Charles Xavier y Magneto tratando de sanar la fracturada psique de la Bruja Escarlata en su refugio de la arrasada isla de Genosha. Ante la imposibilidad de ayudar a Wanda y con el creciente temor de que sus poderes Volviesen a escapar a su control, Xavier reunÃa a los Vengadores y a la Patrulla X para tomar una decisión respecto a la desdichada joven. Mientras que personajes como Lobezno o la Reina Blanca abogaban por sacrificarla, otros como el Capitán América se negaban rotundamente a acabar con la vida de una Vengadora por mucho que hubiese estado a punto de destruir al equipo. Bendis hizo especial hincapié en esta cuestión, aunque sin lograr el impacto que debates similares tuvieron en el pasado (un ejemplo serÃa el final de Operación: Tormenta Galáctica, en el que los Vengadores debatÃan si era lÃcito ejecutar a la Inteligencia Suprema por sus crÃmenes durante la Guerra Kree-Shi’ar). Para el lector era evidente desde el primer instante que los Vengadores no iban a ejecutar a la Bruja Escarlata, pero era fácil empatizar con la preocupación de su hermano Mercurio. De forma coherente con su trasfondo como eterno hermano sobreprotector, Mercurio lloraba de impotencia ante Magneto mientras aseguraba que los Vengadores llegarÃan dispuestos a matar a Wanda.
Finalmente, cuando mutantes y Vengadores acudÃan a Genosha para recabar información sobre su compañera antes de tomar ninguna decisión de la que pudiesen arrepentirse, descubrÃan que Magneto se la habÃa llevado. Atemorizados por la posibilidad de que Wanda tuviese una nueva crisis y usase sus poderes sin control, los héroes se lanzaban en su busca, pero ya era demasiado tarde: con un efecto de pelÃcula fotográfica quemada, la realidad que todos conocÃan era borrada y sustituida en un parpadeo. El mundo que conocÃan dejaba de existir y daba paso a uno nuevo; uno en el que los mutantes eran la especie dominante y los humanos estaban destinados a desaparecer; uno en el que Magneto gobernaba todo el planeta desde su reino de Genosha; uno en el que Wanda nunca perdió a sus hijos y por tanto nunca tuvo ninguna crisis nerviosa; uno en el que los Vengadores nunca fueron disueltos porque nunca habÃan existido. En este mundo no habÃa Patrulla X o Vengadores que pudiesen oponerse a los designios del soberano de todos los mutantes. Era el mundo de la DinastÃa de Magnus y siempre junto al trono de Magneto se encontraban sus hijos, Mercurio, el velocista; Polaris, la Señora del Magnetismo; y Wanda… la humana.
Si bien el recurso de las realidades alternativas es casi tan viejo como el propio Universo Marvel y lo hemos visto en infinidad de ocasiones (desde los otrora frecuentes What if…? hasta La Era de Apocalipsis), debemos admitir que cuesta resistirse al encanto de descubrir un mundo nuevo en el que tus personajes favoritos han sido reinventados de formas extrañas y peculiares. Muchos lectores caÃmos rendidos sin remedio ante el atractivo del mundo que nos presentó DinastÃa de M. En esta nueva realidad se daban situaciones de lo más jugoso que valÃa la pena explorar. Por ejemplo, Spiderman era una estrella del espectáculo admirada por el público, se habÃa casado con Gwen Stacy y criaba a su primer hijo con la inestimable ayuda de su tÃo Ben y su tÃa May. El Doctor Muerte dirigÃa a su propia encarnación de los Cuatro Fantásticos y tenÃa que doblar la rodilla ante Magneto pese a todas sus reticencias. El Capitán América nunca habÃa quedado atrapado en el hielo y por tanto habÃa visto terminar la guerra y habÃa regresado a su paÃs para envejecer hasta convertirse en un anciano solitario. Carol Danvers era Ms. Marvel, una de las heroÃnas más admiradas del planeta pese a ser humana. El Doctor Extraño tenÃa una consulta de psicologÃa. Y Lobezno… Lobezno era el director de SHIELD, una organización consagrada a proteger los intereses de la especie mutante y a las órdenes de la DinastÃa de Magnus.
Era precisamente Lobezno quien se percataba primero de que aquel nuevo mundo no era el suyo. Después de que su mente hubiese sido manipulada, borrada y reescrita en tantas ocasiones, el mutante de las garras pudo conservar sus recuerdos previos de alguna forma y rechazó esta nueva realidad. Tras huir del helitransporte de SHIELD de las más contundente de las formas, Logan no tardaba mucho en descubrir que en ese mundo no habÃa ninguna Patrulla X a la que recurrir y que Charles Xavier, quizá su única esperanza de detener a la Bruja Escarlata, estaba en paradero desconocido. En su huida se cruzaba con un grupo de disidentes humanos formado por los tÃpicos héroes callejeros tan tÃpicos de Bendis, entre ellos Luke Cage, Puño de Hierro, Caballero Luna y Ojo de Halcón.
A ese grupo también habÃa acudido una misteriosa chica llamada Layla Miller, quien también recordaba el mundo tal y como era antes de la DinastÃa de Magnus y era capaz de hacer que otros también lo recordasen. El origen de Layla y la naturaleza de sus habilidades no se explicaban en ningún momento, lo cual hacÃa que el personaje, por simpático que resultase, fuese difÃcil de creer. De hecho, una de las mayores crÃticas que se pueden hacer a DinastÃa de M es que Layla se usa como una especie de “recurso mágicoâ€, un “deus ex machina†andante que sirve a los intereses del guionista sin ofrecer un contexto o un desarrollo que sirvan para justificar su presencia más allá de que a Bendis le venÃa muy bien para hacer avanzar la historia. No obstante, tras la finalización del evento Layla pasó a las capaces manos de Peter David, quien la convirtió en uno de los personajes más interesantes del disfuncional equipo de investigadores mutantes X-Factor. Lo que se hizo con el personaje con posterioridad justifica ampliamente todas las suspicacias que pudo despertar su presentación, por lo que es fácil pasar por alto este aspecto.
Gracias a Layla, Lobezno, Luke Cage y los demás iban “despertando†a otros héroes y reuniendo un grupo lo suficientemente numeroso como para asaltar Genosha en busca de Xavier. Durante este proceso Bendis nos deleitaba con algunas escenas fantásticas, como la que mostraba a nuestros protagonistas decidiendo no “despertar†al Capitán América a causa de su avanzada edad, con todo lo que suponÃa renunciar a la ayuda del mayor experto táctico del Universo Marvel en un momento de crisis, o como el momento en que un Spiderman que vivÃa una vida de ensueño descubrÃa que su realidad era una ficción y que tanto su tÃo Ben como su amada Gwen deberÃan estar muertos. Merece la pena que nos detengamos un momento a comentar el caso del Peter Parker de DinastÃa de M.
La escena de Spiderman era (y sigue siendo) efectiva en grado sumo, ya que todo lector sabe lo importante que es el peso de la culpa en la caracterización del trepamuros: después de todo, si no se hubiese sentido culpable por la muerte de tÃo Ben, si no se hubiese sentido responsable de lo sucedido, nunca se habrÃa puesto el traje para combatir la injusticia. Pues bien, el Spiderman de DinastÃa de M (que fue explorado con más detalle en los recomendables tie-ins a cargo de Mark Waid y Salvador Larroca) era un Spiderman que no conocÃa la culpa y no cargaba con la responsabilidad de la muerte de sus seres queridos. Se trataba de un Spiderman querido y admirado por la gente que vivÃa una vida de ensueño y, enfrentado a la verdad, se encontraba de nuevo abrumado por la culpa; por la culpa de saber que su responsabilidad le impulsaba a hacer lo posible por deshacer lo que habÃa hecho la Bruja Escarlata, pero que en su fuero interno desearÃa vivir por siempre en ese mundo ilusorio.
Reunidos los héroes, la acción se trasladaba a Genosha, siendo este el punto en el que más brilló el trabajo de Coipel. La presentación de la Familia Real de Magneto vistiendo sus mejores galas ya era una viñeta antológica, pero el posterior enfrentamiento entre las fuerzas del Amo del Magnetismo y nuestros protagonistas alcanzaba cotas épicas gracias a unas páginas vibrantes y cargadas de fuerza. Mientras estallaba el conflicto y volaban los golpes, el drama llegaba a su punto álgido, con el Doctor Extraño descubriendo que no habÃa sido Magneto quien habÃa manipulado a la Bruja Escarlata para crear ese nuevo mundo, sino su hermano Mercurio. Entonces llegaba Ojo de Halcón para echar más leña al fuego, encarándose a Wanda y recriminándole todo lo que habÃa hecho. Con sus poderes al lÃmite del descontrol, la Bruja llega al lugar del combate y reflexiona sobre lo sucedido: habÃa intentado crear un mundo en el que todos pudiesen ver cumplidos sus deseos y pudiesen ser felices, pero habÃa fracasado. Siempre iba a ser temida y perseguida por ser la hija de su padre y por ser lo que era, una mutante. Cuán fácil serÃa todo si no hubiesen mutantes. Y, asÃ, con tres simples palabras, el mundo cambió de nuevo: “No más mutantesâ€.
Si hay una viñeta de DinastÃa de M que haya pasado al recuerdo por el impacto que generó, esa es sin duda la de la Bruja Escarlata pronunciando esa temible sentencia que materializaba la directiva editorial de Joe Quesada para “devolver el genio a su lámparaâ€. Fue un momento clave para Marvel y marcó el desarrollo de las lÃneas argumentales de la franquicia mutante durante años. También fue, como ya apuntábamos antes, otro movimiento más para deshacer todo lo que habÃa hecho Grant Morrison en New X-Men. En las últimas historias del escocés, la humanidad estaba llamada a extinguirse mientras los mutantes no dejaban de proliferar. Después de DinastÃa de M, los mutantes pasaron a ser una especie en peligro de extinción. Sólo unos pocos conservaron sus poderes, ya que la gran mayorÃa perdieron sus dones mutantes en este fenómeno que acabarÃa conociéndose como DÃa M. Y sólo unos pocos héroes (los que se encontraban bajo la protección del Doctor Extraño y la Reina Blanca) recordaban lo que habÃa sucedido en Genosha y la realidad de la DinastÃa de Magnus (entre ellos Spiderman, por supuesto, porque tenemos que admitir que nos gusta ver sufrir a Peter).
El mundo habÃa vuelto a ser lo que era, pero el homo superior habÃa sido diezmado. Incluso Magneto habÃa perdido sus poderes. Charles Xavier seguÃa desaparecido y la Patrulla X se encontraba ante una crisis descomunal, con sus estudiantes en estado de shock y más expuestos que nunca ante amenazas externas. La Reina Blanca lloraba mientras usaba a Cerebra para localizar a los pocos mutantes que quedaban en el mundo y Lobezno yacÃa absorto en los terrenos de la escuela. Algo se habÃa abierto en el interior de su mente, que tras tantos años de manipulaciones y reescrituras volvÃa a tener acceso a todos sus recuerdos, a todos y cada uno de ellos. En otro lugar, la Bruja Escarlata se habÃa ocultado del mundo en un pequeño pueblo de Europa Central y una alarma de intrusos en las ruinas de la mansión de los Vengadores hacÃa que el grupo acudiese a investigar y se encontrase con el uniforme de Ojo de Halcón clavado con varias flechas en una pared. ¿Acaso su amigo habÃa vuelto a la vida? Mientras tanto, el Doctor Henry Pym se preguntaba por las consecuencias que podrÃa tener la desaparición de tantos integrantes de la especie mutante. Muchos de ellos generaban o manipulaban diversas formas de energÃa y su repentina retirada debÃa generar un efecto. “Por cada acción hay una reacciónâ€, decÃa, y sobre la superficie del planeta una enorme acumulación de energÃa salvaje empezaba a cobrar forma.
DinastÃa de M llegaba asà a su final, aunque sus consecuencias serÃan exploradas a lo largo y ancho del Universo Marvel. La franquicia mutante inauguraba inmediatamente después un escenario denominado Diezmados, que tras un titubeante comienzo empezó a dar lugar a desarrollos de lo más interesante. En ausencia de Xavier, CÃclope se convertirÃa en el lÃder de facto de los mutantes y pondrÃa a prueba sus lÃmites morales con tal de asegurar la supervivencia de su especie, especialmente tras el nacimiento de la primera niña mutante tras el DÃa M, Hope. Xavier volverÃa más adelante, durante la insulsa miniserie Génesis Mortal, y se traerÃa con él un viejo y desagradable secreto. Por otro lado, esa acumulación de energÃa volverÃa a aparecer en las páginas de los Nuevos Vengadores, donde verÃamos cómo entraba en un recipiente humano y masacraba al supergrupo canadiense Alpha Flight. Un tiempo después, serÃamos testigos de cómo un resucitado Ojo de Halcón recorrÃa Europa en busca de Wanda para obtener unas respuestas que nunca recibirÃa. Hasta la propia Bruja Escarlata regresarÃa con el tiempo para descubrir que sus hijos, cuyo recuerdo le habÃa atormentado hasta el punto de hacer que enloqueciese y atacase a sus colegas Vengadores, seguÃan vivos y se habÃan convertido en héroes adolescentes. En el horizonte inmediato, una guerra civil comenzaba a fraguarse. Como sucede siempre después de uno de estos eventos “que lo cambian todo para siempreâ€, el Universo Marvel siguió adelante hasta el siguiente evento que, en efecto, volvió a ponerlo todo patas arriba.
El recuerdo de DinastÃa de M sigue siendo intenso pese a tener ya más de una década. Aunque hay muchos aspectos criticables (muchos de los cuales han sido mencionados a lo largo del texto), este evento dejó buen sabor de boca en última instancia. Incluso el cuestionable “No más mutantes†acabó propiciando a la larga historias estupendas como Complejo de MesÃas o Advenimiento, asà que cuesta rememorarlo con resentimiento. Aquel poso amargo, aquel veneno oculto en el caramelo, se ha desvanecido por completo. Lo único que queda ya es el sabor dulce y es un sabor que sin duda vale la pena degustar.
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